Este que vemos sonriente con George W. Bush, o con los enemigos de Cuba, los jerarcas de la SIP, o con el nunca bien ponderado James Cason, no es otro que Fernando Lugo, el falso obispo de los pobres acusado de pederastia y violación.
Tal vez Silvio Rodríguez podría alguna vez explicar el criterio con el cual selecciona sus destinos artísticos, para bien de quienes todavía creen en los ideales proclamados por el socialismo anti-imperialista.
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